VIDA y MILAGRO de Marcelino Champagnat

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La Santa Sede ha confiado a la «Sociedad de María» la evangelización de las tierras del Pacífico Sur.
En Navidad de 1836 se embarca el primer equipo misionero marista: cinco Padres y tres Hermanos.
En Nueva Zelanda morirá el primer mártir: el P. Pedro Mª Chanel.


 

 

Toda familia religiosa necesita una «Regla».

Marcelino Champagnat ya había escrito el primer borrador, ahora reúne a los principales Hermanos y, con su ayuda, la primera «Regla» de los Hermanos Maristas queda redactada en 1837.

 

 


La congregación todavía no posee la autorización legal del gobierno francés, y esto supone un grave problema.
El P. Champagnat trabaja de manera incansable, incluso viaja a París para entrevistarse con varias autoridades y conseguir la autorización ... pero el gobierno se la niega descaradamente, por razones políticas.
( La autorización se consiguió en 1850, 10 años después de la muerte del P. Champagnat ).

 


La salud de Marcelino se debilita cada vez más: tiene un cáncer de estómago y apenas tolera los alimentos.  Es hora de pensar en el relevo.
Los Hermanos se reúnen en Capítulo y eligen democráticamente al nuevo Superior.  Sale elegido el Hno. Francisco.  Sus ayudantes serán los Hnos. Luis María y Juan Bautista.
Ellos tomaron el mando de la congregación y continuarán la obra de Marcelino Champagnat.
 
 

Se acerca llega la hora del adiós.  El 18 de mayo, reunida toda la Comunidad, el Padre hace leer su Testamento Espiritual, que es precioso.

En la madrugada del sábado 6 de junio de 1840, mientras la Comunidad de «Nuestra Señora del Hermitage» canta la Salve y reza las Letanías a la Virgen, Marcelino murió rodeado de sus Hermanos.

 

 

 

Ésta es –muy resumida, ciertamente– la VIDA de Marcelino Champagnat.

Y el MILAGRO.  Porque un milagro no es un fenómeno prodigioso que va en contra de las leyes de la naturaleza, como todavía creen los tontos.   No.  Un milagro es un símbolo de la presencia de Dios en la historia, en nuestras vidas.  Y, al menos para algunos, Marcelino Champagnat ha sido, y sigue siendo, una "presencia de Dios" en la vida de cada día.